Shawn y Aley paseaban por la frondosa selva de regreso a la playa cuando, de golpe, una enorme serpiente blanca se descolgó de un árbol.
-¿Que hacéis por aquí?- preguntó la serpiente.
-Ten cuidado Aley.
-¿Quién eres?- Aley con cuidado se acerca al enorme animal.
-¿Quién soy?, pues una serpiente.-responde esta- ¿Cómo os atrevéis a entrar en la isla?
-¿Es de alguien esta isla?
-Sí, de la gente libre, y vosotros no lo sois. No podéis estar aquí.
-Somos libres, huimos de nuestros hogares y ahora nadie nos gobierna. -Shawn se acerca y protege a Aley.
-Vuestra mente no es libre, solo vuestro cuerpo; mientras no lo comprendáis no podréis conocer las maravillas de esta isla.
-Shawn no deberíamos fiarnos de este animal. –decide Aley.
-Me recordáis mucho a dos antiguos amigos…
-¿Cómo se llamaban?- pregunta Shawn con cautela.
-¿Sus nombres?, ¿qué importancia tiene un nombre? Tu nombré será lo primero que te cierre las puertas de la libertad bicho insolente. Pero –prosigue el animal- ya que os interesáis voy a contaros lo que aconteció en la isla:
“Hace muchísimos años, vivían en esta isla dos hombres y una mujer; no eran como vosotros, ellos habían nacido aquí, y como aun no conocían los secretos de la isla me aparecí ante ellos para mostrárselos.
Me acerqué sigilosa a dos de ellos que mantenían una relación mucho mas… cercana por decirlo así y les mostré los frutos de mi árbol; encantados, decidieron aceptarlos. Pero fui una estúpida, no pensé que el otro hombre, en un arranque de celos decidiría ponerlos en mi contra, y así fue. Les convenció de que yo era malvada y de que no podían confiar ni en mí ni en mi árbol, diciéndoles que esta isla no era todo lo que existía en el mundo y que si acataban sus normas, les mostraría la verdad.
Finalmente la pareja decidió seguir al otro hombre, aceptar sus historias y abandonar esta isla; desde entonces casi todos los que llegan a la isla siguen bajo el engaño de ese hombre y mi deber es liberar sus mentes o expulsarlos para siempre”.
-Y vosotros dos aun seguís creyendo el cuento de ese viejo loco.-sentencia la serpiente al finalizar su monólogo.
-Vámonos Aley, creo que sé quien es esta serpiente y no me gusta nada… ¡vamos!
Shawn y Aley corrieron sin mirar atrás, y solo cuando llegaron a la playa se permitieron el lujo de respirar tranquilos.
-Es el pecado, esa serpiente es el pecado original.-dice Shawn entre jadeos.
-¿El pecado?
-Si Aley, me juego lo que quieras a que esa pareja de la que hablaba eran Adán y Eva.
-¿Y el otro hombre?-Aley, aun dudando, responde tranquilo.
-No lo sé, en el colegio no aprendí nada sobre un tercer hombre…
-Son cosas tuyas Shawn, no te preocupes tanto; esta isla está llena de extraños seres, y a veces me cuesta diferenciar lo que imagino de lo que es real. ¿Qué era eso que querías mostrarme antes?
-¡Casi lo olvido! mira esta fruta que he encontrado, se llama amor. Aún no me he atrevido a probarla.
-Déjame ver.
Mientras estos discuten, oscurece en la isla.
La altiva luna envía a sus estrellas carabinas a decirle al Sol que, si tiene a bien, espere acurrucado en un lecho cubierto de sus más confidentes nubes; ya que esta noche, la luna se siente sola, y prefiere tener a su lado el calor de un buen amigo.
A su vez una alegre tortuga blanca pasea por la arena siseando, como si esta noche hubiese decidido disfrazarse de reptil.